Un recorrido por los verdes campos
No hay mucho que recorrer para encontrar bellos paisajes cajamarquinos, pues están al paso, solo se necesita ganas para aventurarse y pasar momentos inolvidables por estas tierras que alguna vez formaron parte de una extendida hacienda que se dedicó a la agricultura y la ganadería.
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Un hermosa atardecer en el caserío La Colpa Foto: Moisés Sangay
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Un niño campesino hace volar su cometa Foto: Moisés Sangay |
Salimos en una tarde que el viento soplaba tan fuerte que algunos niños se habían animado en hacer sus cometas, un juguete hecho con material reciclable que tiene la forma de serpiente.
Con sus anchas sonrisas nos cuentan que esa tarde es la más bonita de todas, que antes no había como el viento de hoy, entre el canto de las aves y el soplo del viento corres por los pastos tan extensos que parecen no tener fin.
Es que aquí parece que la tarde hace una pausa y deja que los niños se diviertan con el viento de la naturaleza, no hay prisa por terminar de jugar, solo cuenta la alegría que cada uno le pone.
Esa es la tierra cajamarquina, cuna de grandes personajes como: José Sabogal, Andres Zevallos, José Gálvez, entre otros, aquí el Perú tuvo uno de los primeros colegios secundarios del país, el glorioso San Ramón.
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Las garzas vuelven sus nidos. Foto: Moisés Sangay
En esta tierra, la naturaleza sembró de todo, retamas, sauces, eucaliptos, molles, aves de diversas especies que muchas han emigrado para albergarse en este bello paisaje, el caserío de La Colpa.
Mientras jugamos a hacer volar la cometa, sobre nuestras cabezas, muy arriba, cruzan unas hermosas aves, son garzas - grita un niño - tómalo fotos - vuelve a gritar, simplemente estas especies vuelven a la ciudad para adormitar en sus nidos, en donde les espera sus pichones inquietos y escurridizos.
La ciudad no está muy alejada de este verde caserío, solo a 10 minutos en auto, un tiempo que un hombre lo haría en media hora trotando.
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El sol se despide de nosotros. Foto: Moisés Sangay.
La tarde cajamarquina sigue avanzando, esta belleza salta a nuestros ojos, un hermoso color que solo los aventureros pueden por estas lindas tierras, la luz del solo pareciera despedirse de nosotros e invitándonos a volver otra vez.
Es un escenario espectacular para los amantes de la fotografía, aquí el fotógrafo encuentra el espacio perfecto para poner a prueba su talento.
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Gallinazos en reposo. Foto: Moisés Sangay
Es una maravilla poder verlas en sus posiciones, tan quietos que parecen pegados a las ramas de los árboles, se limpian el pico, se despluman, esconden la cabeza y a veces juegan entre ellos; aunque con su aspecto poco amigable, verlos de cerca sobre los árboles no es cosa de todos los días.
Gracias a su trabajo, las carroñas del campo no permanecen mucho tiempo, los campesinos de la Colpa los cuidan como a dioses, dicen ellos que gracias al gallinazo alguna vez se pudo limpiar el campo cuando decenas de animales habían muerto producto de una terrible peste.
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Adornan los árboles maravillosamente. Foto: Moisés Sangay.
Esto es Cajamarca, un lugar lleno de encantos, aquí no existe el aburrimiento, quienes la visitan se rejuvenecen y confortan su espíritu con las energías campesinas.
Aún no te animas a visitarla, no lo pienses más arma tus planes, La Colpa está a pocos minutos del centro de la ciudad, hay muchas agencias de turismo que le pueden hacer un tours, pero nada mejor que visitar por su propia cuenta.
Allá nos vemos paisano, en cajamarquita.
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