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martes, 30 de agosto de 2016

EL PAISAJE CAJAMARQUINO EN SU ESPLENDOR

Un recorrido por los verdes campos

No hay mucho que recorrer  para  encontrar bellos paisajes cajamarquinos, pues  están al paso, solo se necesita ganas para aventurarse y pasar  momentos  inolvidables por  estas  tierras que alguna  vez formaron parte  de una extendida hacienda  que se dedicó a la agricultura  y la  ganadería.

Un hermosa atardecer en el caserío La Colpa Foto: Moisés Sangay

Un niño campesino hace volar su cometa Foto: Moisés Sangay
Salimos en una tarde que el viento soplaba  tan fuerte que algunos niños se habían animado en hacer sus cometas, un juguete hecho con material reciclable que tiene la forma de serpiente.

Con sus anchas sonrisas  nos cuentan que esa  tarde  es la más bonita de todas, que antes  no había  como el viento de hoy, entre el canto de las  aves y el soplo del viento corres por los pastos tan extensos  que parecen no tener  fin.



Es que aquí parece que la tarde hace  una pausa y deja  que los niños se diviertan con el viento de la naturaleza, no hay prisa por terminar de jugar, solo cuenta  la alegría que  cada uno le pone.

Esa  es la tierra cajamarquina, cuna de grandes personajes como: José Sabogal, Andres Zevallos, José Gálvez, entre  otros, aquí el Perú tuvo uno de los primeros colegios secundarios del país, el glorioso San Ramón.

Las garzas vuelven sus nidos. Foto: Moisés Sangay

En esta tierra, la naturaleza sembró de todo, retamas, sauces, eucaliptos, molles, aves de diversas especies que muchas han emigrado para albergarse en este bello paisaje, el caserío de La Colpa.

Mientras jugamos a hacer volar la cometa, sobre nuestras  cabezas, muy arriba, cruzan unas  hermosas aves, son garzas - grita un niño - tómalo fotos - vuelve a gritar, simplemente  estas especies vuelven a la ciudad para adormitar en sus nidos, en donde les espera  sus pichones inquietos y escurridizos.

La ciudad no está muy alejada de este verde caserío, solo a 10 minutos  en auto, un tiempo que un hombre lo haría en media  hora trotando.
El sol se despide de nosotros. Foto: Moisés Sangay.

La tarde cajamarquina  sigue  avanzando, esta belleza  salta  a nuestros  ojos, un hermoso color  que solo los aventureros  pueden por  estas lindas  tierras, la luz  del solo pareciera despedirse  de nosotros e invitándonos  a volver otra  vez.

Es un escenario espectacular para los amantes de la fotografía, aquí el fotógrafo encuentra el espacio perfecto para poner  a prueba  su talento.

Gallinazos en reposo. Foto: Moisés Sangay

Es una maravilla poder verlas  en sus posiciones, tan quietos que parecen pegados a las  ramas de los árboles, se limpian el pico, se despluman, esconden la cabeza y a veces  juegan entre ellos; aunque con su  aspecto poco amigable, verlos de cerca  sobre los árboles no es cosa de todos  los días.

Gracias  a su trabajo, las carroñas del campo no permanecen mucho tiempo, los campesinos  de la Colpa los cuidan como a dioses, dicen ellos que  gracias al gallinazo alguna vez se pudo limpiar el campo cuando decenas de animales habían muerto producto de una terrible  peste.
Adornan los árboles maravillosamente. Foto: Moisés Sangay.

Esto es Cajamarca, un lugar lleno de encantos, aquí no existe  el aburrimiento, quienes la visitan se rejuvenecen y confortan su espíritu con las energías campesinas.

Aún no te animas a visitarla, no lo pienses más arma  tus  planes, La Colpa está a pocos  minutos  del centro de la ciudad, hay muchas agencias de turismo que le pueden hacer un tours, pero nada  mejor que  visitar por  su propia  cuenta.

Allá nos vemos paisano, en cajamarquita.


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